Conforme a la antigua tradición, se trata de “agentes espirituales” que actuando de un modo misterioso.

Y hacen que los tallos de milenrama den una respuesta significativa, a la pregunta del consultante.

Estas etereas presencias constituyen, por así decirlo, el alma viviente del libro.

Transformándolo así, en una suerte de ente animado, y en consecuencia la tradición llega a afirmar sin más que uno puede hacerle preguntas al I Ching y aguardar respuestas inteligentes.

Se me ocurrió, por lo tanto, que al lector no iniciado podría interesarle ver al I Ching operando.

Con ese propósito realicé un experimento acorde con la concepción china: en cierto modo personifiqué al libro.

Solicitando su criterio sobre su situación actual, o sea sobre mi intención de realizar un prólogo para presentarlo a la mentalidad de Occidente..

Descifremos el relato…