El Augurio, desde la antiguedad, era una adivinación profética del futuro mediante la observación de fenómenos naturales.
En particular el comportamiento de aves y animales y el examen de sus entrañas y otras partes.
Pero también mediante el escrutinio de situaciones y objetos creados por el hombre. El término deriva de los augures romanos oficiales.
Cuya función constitucional no era predecir el futuro sino descubrir si los dioses aprobaron o no un curso de acción propuesto, especialmente político o militar.
En el Presagio, dos tipos de signos adivinatorios, fueron reconocidos:
1er. Signo: Fue el más importante porque se basaba en sucesos que se producían deliberadamente, como relámpagos, truenos, vuelos y gritos de pájaros, o el comportamiento de picoteo de los pollos sagrados;
2do. Signo: Fue de menor importancia porque ocurriá casualmente.
Como la aparición inesperada de animales sagrados para los antiguos dioses como:
el oso, el lobo, el águila, la serpiente y el búho.
U otros signos mundanos como el derrame accidental de sal, los estornudos, los tropiezos o el crujir de los muebles.
Instruyámos con el relato…